Los baños públicos son un lugar polémico. Hay quienes prefieren terminar estreñidos a apoyar las piernas en la tabla del inodoro. Los que llevan toallitas desinfectantes. Los que se resignan a que, si está más o menos limpio, ya fue. Y también los que no tienen techo ni acceso más que a ese tipo de facilidades sanitarias.
En los baños públicos pueden hallarse distintos virus y bacterias, pero no es necesariamente el lugar donde más se los encuentra. Un sólo centímetro cúbico de una esponja de cocina puede albergar hasta 50.000 millones de gérmenes, más de los que se encuentran en la taza del inodoro, según concluyeron científicos de la Universidad de Furtwangen en Alemania.
Cuando vamos al baño, la orina va a ser estéril en el momento de la salida, salvo que haya una infección. Pero la materia fecal tiene una carga muy importante de bacterias y más allá de que usemos papel higiénico, las manos pueden quedar contaminadas. Por eso las superficies de los baños (como el botón de la descarga) son caldo de cultivo de gérmenes.
Entre los virus más comunes que pueden hallarse en un baño, están los norovirus (causan gastroenteritis), rotavirus (vómitos y diarrea, y con frecuencia fiebre y dolor abdominal), hepatitis A y hepatitis E.
Respecto de las bacterias, se pueden encontrar Salmonella (diarrea, fiebre y calambres estomacales), Shigella (diarrea, fiebre y calambres estomacales), Escherichia coli (diarrea, infecciones del tracto urinario y respiratorias), Staphylococcus aureus (mayormente infecciones de la piel, pero en otros casos en sangre, huesos y pulmones) y Streptococcus (angina, infecciones de la piel, escarlatina, erisipela, otitis media y fiebre puerperal).
La principal vía de contagio con estos gérmenes es fecal-oral: que una persona toque alguna superficie contaminada con alguna bacteria o virus y que, sin lavarse correctamente las manos, se toque luego la cara. Para reducir riesgos, especialistas consultados por “Clarín” responden las principales dudas de cómo actuar cuando tenemos que usar un baño público.
Lo más importante es saber que la piel, siempre que no tenga heridas abiertas, es resistente a virus y bacterias. La probabilidad de que alguien contraiga una enfermedad al sentarse en un inodoro es muy baja.
Cuando un inodoro se higieniza poco, se produce un sobrecrecimiento bacteriano. Pero además nuevas personas tocan y dejan más gérmenes, y en esos casos se pueden producir infecciones en la piel si quien se sienta en el inodoro tiene alguna lesión cutánea.
Poner papel higiénico o círculos de papel (que son muy comunes en otros países) en la tabla del inodoro sirve para evitar el contacto con gérmenes, pero siempre que el papel sea nuevo y limpio.
Definitivamente no hay que sentarse en el inodoro si se tiene la piel lastimada o donde puede haber mala higiene.
“Es muy poco probable, aunque nos apoyemos, que las mujeres nos contagiemos enfermedades por usar el baño público”, explica la ginecóloga Vilma Rosciszewski.
La especialista explica que para que una bacteria ocasione una infección en los genitales, tiene que llegar hasta esa zona, que no es la que se apoya sobre el inodoro.
“Es más probable que tengas una infección urinaria y vaginal por usar el bidet de tu casa, que puede tener materia fecal tuya o de tu familia, que por utilizar un baño público”, agrega.
Hernán Resnik, urólogo en el Hospital Fernández, dice que no hay riesgo de infección unitaria por el uso del mingitorio. Y como el baño público es “mejor no tocar nada”, es preferible utilizar un mingitorio al inodoro.
Las bolitas de naftalina que se usan en los mingitorios son sólo una forma de neutralizar el olor a orina: no tienen relevancia en la higiene.
Un estudio de la Florida Atlantic University determinó que las descargas del inodoro y los mingitorios generan grandes cantidades de gotas de menos de 3 micrómetros.
Debido a su pequeño tamaño, estas gotas pueden permanecer suspendidas durante mucho tiempo y llegar a alturas de hasta un metro y medio durante 20 segundos o más después de iniciar la descarga.
Hay quienes sugieren cerrar la tapa del inodoro antes de tirar la cadena para evitar su dispersión, pero muchos inodoros en baños públicos no cuentan con tapa justamente para que la gente no las toque con las manos sucias.
Como el botón del baño es también un lugar donde se acumulan muchos gérmenes, es fundamental lavarse las manos después de utilizarlo.
El código de habilitaciones dice que los baños deben tener jabón líquido para manos (el jabón en barra sujeto a una ménsula móvil no está más permitido) y toallas de papel o secamanos que funcione con aire.
También dice que deben contar con agua fría y caliente. Sin embargo, en la mayoría sólo hay agua fría. No obstante, no hay evidencia de que el agua caliente, como sale de una canilla, sea más efectiva ya que no tiene temperatura suficiente para ser bactericida.
Para hacer un lavado eficaz, mojarse las manos con agua y aplicar una cantidad suficiente de jabón para cubrirlas. Frotar toda la superficie de las manos (el dorso, el espacio entre los dedos y debajo de las uñas) durante al menos 20 segundos (para calcular este tiempo, cantar el “feliz cumpleaños” dos veces). Enjuagar y secarse bien.
Los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades de EE.UU. dicen que no hay suficiente evidencia científica para determinar si usar una toalla limpia o un secador de manos de aire es más efectivo para reducir los gérmenes en las manos.
Ambas son formas efectivas de secarse las manos. Los gérmenes se propagan más fácilmente cuando las manos están mojadas, así que se recomienda secarse las manos por completo, independientemente del método que se utilice.
La doctora en Química Claudia Degrossi, de Cazabacterias, dice que cuando se utilizan secadores de aire “si te sacudís las manos, puede haber dispersión de partículas”. Pero aclara que si las manos están bien lavadas, es poco probable que ocurra esa dispersión.
No hay evidencia científica suficiente para determinar si una persona puede contaminar sus manos con una cantidad significativa de gérmenes al tocar el picaporte del baño después de lavarse las manos.
Pero si esto es una preocupación, los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades de EE.UU. sugieren usar papel, el codo, la ropa o cualquier otro método para abrir la puerta al salir.
Si se utiliza un desinfectante de manos, debe tener un contenido mínimo de alcohol del 60% y hay que frotarse las manos durante al menos 20 segundos para cubrir bien toda la superficie.
Las toallitas desinfectantes o los desinfectantes en aerosol sirven para desinfectar objetos (por ejemplo, la tabla) ya que eliminan parte de los gérmenes presentes sobre las superficies de uso común.
En el caso de las personas con discapacidad, se sugiere usar alguna toallita sobre las superficies de apoyo y agarre antes de usarlas. Lo mismo con los cambiadores de bebés.
De todos modos, aunque se haya limpiado previamente con una toallita, hay que lavarse las manos después del uso del sanitario.
Los pañales, productos de higiene femenina o toallas húmedas sólo se pueden desechar en el tacho: que algo diga “desechable” no significa que pueda tirarse por el inodoro. El papel higiénico sí hay que tirarlo en el inodoro.
Las toallas femeninas deben enrollarse hacia adentro, envolverlas en el plástico de la de recambio o en un papel y tirarse en el cesto, al igual que los tampones. Las toallas húmedas sanitizantes también se desechan en el cesto.
Respecto del cambio de pañales, en algunas jurisdicciones (como la ciudad de Córdoba o Posadas) es obligatorio que los baños públicos tengan cambiadores tanto en baños de varones como de mujeres.
En cualquier situación que se cambie el pañal de un bebé, también debe desecharse enrollando el pañal hacia adentro y cerrándolo con las tiras, como una pelota. Y se tiene que tirar en el tacho.
Podemos sentir rechazo, por ejemplo, por las malas condiciones de limpieza en un baño: evitar tocar superficies o agacharnos sin sentarnos son herramientas para gestionar emociones como el asco o el temor, pero son también medias de higiene. No conllevan un problema de salud.
Una fobia es un trastorno de ansiedad, que aparece frente a un objeto o estímulo específico, como a las cucarachas, a volar o al Covid. Un TOC implica un pensamiento obsesivo y una compulsión. Por ejemplo, pensar que si no me lavo diez veces las manos, se muere mi vecino. Traen mucho padecer porque si bien son absurdos, no se pueden dejar de hacer y llevan mucho esfuerzo. En esos casos es cuando hay que consultar.
Fuentes:
¿Es peligroso sentarse en un inodoro?
Ilustraciones / Hugo Horita
Desarrolllo / Ariel Katena
Diseño y producción / Tea Alberti.
Marcos Altamirano, médico infectólogo de Funcei; Clara Hernández Gazcón, dermatóloga (Instagram: @dermatologiachg), Claudia Degrossi, doctora en Química (Instagram: @cazabacterias); Vilma Rosciszewski, ginecóloga (Instagram: @ginecoyvos); Hernán Resnik, urólogo del Hospital Fernández; Agostina Faccone, psicóloga integrante de Redes Mentales (Instagram: @redes.mentales); Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades; Sistema Argentino de Información Jurídica.
AS
Clarin.com / 29/07/2022