La aparición de la enfermedad y su impacto en la vida cotidiana

La aparición de la enfermedad puede forzar muchos cambios de estilo de vida. Por ejemplo, dejar de hacer actividades que se disfrutaban, adaptarse a nuevas limitaciones y necesidades especiales. El impacto de una enfermedad afecta a todos los miembros de la familia de distinta forma, según su singularidad, el tiempo de cuidado, la edad de la persona enferma, en caso de que se requiere de un cuidador/a, el grado de dependencia del/la paciente, el tipo de tareas que el familiar cuidador/a debe realizar y el costo emocional-económico que lo acompaña.

Algunas preguntas que podés hacerte y hacer a tu médico/a sobre cómo la enfermedad y el tratamiento afectarán tus rutinas diarias:

  • ¿Cómo afectará el tratamiento las cosas importantes de mi vida?
  • ¿La enfermedad o el tratamiento me impedirá trabajar?
  • ¿Cómo afectará la enfermedad y el tratamiento a mi familia y mi entorno afectivo?
  • ¿Cómo puedo lidiar con la enfermedad si vivo solo/a?
  • ¿Tendré alguna limitación física?
  • ¿Esta enfermedad o tratamiento afectará mi vida sexual?

Entre otros, estos son aspectos que deberás tomar en cuenta y planificar para lograr la mayor adherencia posible al tratamiento indicado.
Según la Dra. Elisabeth Kubler-Ross (1969), el proceso que afronta todo ser humano al verse comprometida su salud y ser diagnosticado con determinada enfermedad tiene cinco etapas: negación, ira, negociación, depresión, y aceptación. En primer lugar, surge la negación como un mecanismo de defensa del yo, que sirve como un amortiguador del dolor ante una noticia inesperada e impresionante. Luego de la negación suelen aparecer sentimientos de enojo, ira o enfado. Surgen preguntas como: “¿Por qué a mí?”, “¡No es justo!”, “¿Cómo me puede estar pasando esto a mí?”. El enojo o la ira pueden tener distintos destinatarios, la familia, amigos y compañeros de trabajo. La tercera etapa es la negociación, un intento de llegar a un compromiso con la realidad de la enfermedad crónica, haciendo acuerdos con uno mismo y con los demás para mejorar nuestra salud y calidad de vida. La cuarta etapa es la depresión: la enfermedad marca un encuentro ineludible con la vulnerabilidad, y puede impactar a nivel físico, psíquico y social. La pena por uno mismo puede conducir a la depresión y a la desesperación. En la quinta etapa, la enfermedad se acepta como parte más de la vida, no como resignación, sino como la posibilidad de realizar ajustes en el estilo de vida a las nuevas posibilidades.

No hay límites de tiempo estipulados para superar todas las etapas de afrontar la enfermedad y ese tiempo es diferente en cada persona. Estos sentimientos varían de una persona a otra, no necesariamente siguen un orden y puede oscilarse entre uno y otro, en distintos momentos.

Las etapas del proceso que afronta todo ser humano al verse comprometida su salud y ser diagnosticado con determinada enfermedad son cinco: negación, ira, negociación, depresión, y aceptación.

Fuente:
OSIM: Guía del paciente activo